me encontré con un producto recientemente que realmente me atrapó: nueces de jabón. Lo primero que creía fue … embalaje adorable. Entonces me pregunté qué eran … Tengo que decir que estaba extrañamente intrigado. Resulta que las nueces de jabón son frutas pequeñas, en forma de bayas, con un caparazón difícil que crece en climas cálidos y tropicales como India, Nepal y algunos otros países del sur oriental. Se utilice para lavar lavandería, o para hacer su propia comida ecológica, así como jabón para lavavajillas.
No me malinterpreten, reciclo e intento hacer mi parte por nuestra tierra, ¡sin embargo, la ropa con nueces? Aquí está exactamente cómo funciona: cuatro de estas nueces con olor a vinagre vagamente se entran en una pequeña bolsa de muselina (el paquete incluye un par de estas bolsas). Luego arrojas esta pequeña bolsa con las nueces dentro de la lavadora. Esta bolsa de cuatro nueces lavará de 4 a 6 toneladas de lavandería, realmente sobresaliente.
Así que lo probé. Los arrojé al agua con mis toneladas de toallas, así como el agua terminó siendo buena y jabonosa. No de la marea jabonosa, sin embargo, jabonosa es suficiente para limpiar cosas diarias como toallas y sábanas. Las imágenes de arriba muestran exactamente cómo mejoró la espuma después de un poco de agitación. No había olor en el lavado, lo que me hizo creer que podría agregar su propio jugo de limón o recortes de lavanda para el olor. Se sintió realmente excelente utilizando un producto totalmente natural. Incluso puede compostar las nueces después de seis toneladas de lavandería, o cuando dejan de enjuagarse. Una bolsa de un kilogramo cuesta $ 40, así como lavará de 300 a 400 toneladas de lavandería. Puede comprarlos en Internet en Buyoapnuts.com.
Estoy inspirado. Mi siguiente paso es una tendedera. Fuera de la lavandería y en la línea. Después de todo, el verano está prácticamente aquí, así como qué gran ejemplo para mis hijos.
Para obtener mucho más productos de lavandería ecológicos, consulte nuestra publicación del blog de transformación del espacio de lavandería.
Créditos fotográficos: Morgan Michener